lunes, 28 de febrero de 2011
domingo, 27 de febrero de 2011
falta poco
Unai e Irina (y Sira)
2011
Y os preguntaréis, ¿quién es Sira? ¿Veis a Irina al fondo con la mano en una prominente barriga? Pues ahí dentro, bien escondida pero sin descansar un segundo, está Sira, mi nueva sobrina. Los que me conocéis os podréis imaginar el estado de ansiedad, impaciencia y felicidad que reina en mi cabeza, ahora que solo quedan tres semanas para que llegue. Cámara en mano, vuelvo a aguardar los momentos previos a esta nueva vida que, como Unai en su momento, me hará llorar de alegría. Pero mientras, no puedo dejar de retratar los mínimos detalles del que en breve se convertirá en hermano mayor (qué ganas tengo de verle la cara en el hospital el día que su hermanita ya esté a su lado. Prometo dar testigo de ello).
Esa cicatriz es la primera de muchas, físicas y sentimentales, que le esperan en su largo camino. Como nos pasa a todos, tras llorar largo rato por el dolor del golpe, al día siguiente lo encontré así de sonriente y dispuesto a dejarme (de nuevo) jugar con él al tiempo que tomaba una nueva foto. No sabe cuán valiosa es y será esta foto en años siguientes... Por el momento, su primera marca queda retratada. Las que han de llegar, o se guardarán bien adentro o tal vez se las explique en confesión a su tía. Quién sabe. Lo que es seguro es que, desde ya, sabe que en la vida hay momentos que toca llorar antes de lanzar una gran sonrisa al mundo. Irina me lo explicará dentro de escasas tres semanas y yo estaré allí para recoger su sonrisa al hablarme de eso con Sira ya en los brazos.
Esa cicatriz es la primera de muchas, físicas y sentimentales, que le esperan en su largo camino. Como nos pasa a todos, tras llorar largo rato por el dolor del golpe, al día siguiente lo encontré así de sonriente y dispuesto a dejarme (de nuevo) jugar con él al tiempo que tomaba una nueva foto. No sabe cuán valiosa es y será esta foto en años siguientes... Por el momento, su primera marca queda retratada. Las que han de llegar, o se guardarán bien adentro o tal vez se las explique en confesión a su tía. Quién sabe. Lo que es seguro es que, desde ya, sabe que en la vida hay momentos que toca llorar antes de lanzar una gran sonrisa al mundo. Irina me lo explicará dentro de escasas tres semanas y yo estaré allí para recoger su sonrisa al hablarme de eso con Sira ya en los brazos.
martes, 22 de febrero de 2011
nuestras ciudades
s/t
2011
"-Sire, estabas distraído. Justamente, de esa ciudad te hablaba cuando me interrumpiste.
-¿La conoces? ¿Dónde está? ¿Cuál es su nombre?
-No tiene nombre ni lugar. Te repito la razón por la cual la describía: del número de ciudades imaginables hay que excluir aquellas en las cuales se suman elementos sin un hilo que los conecte, sin una norma interna, una perspectiva, una explicación. Ocurre con las ciudades lo que en los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado, pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien su inversa, un temor. Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de temores, aunque el hilo de su discurrir sea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas engañosas, y cada cosa esconda otra.
-No tengo ni deseos ni temores -declaró el Kan-, y mis sueños los compone o la mente o el azar.
-También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni una ni el otro bastan para mantener en pie sus muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya.
-O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas por boca de la esfinge."
-¿La conoces? ¿Dónde está? ¿Cuál es su nombre?
-No tiene nombre ni lugar. Te repito la razón por la cual la describía: del número de ciudades imaginables hay que excluir aquellas en las cuales se suman elementos sin un hilo que los conecte, sin una norma interna, una perspectiva, una explicación. Ocurre con las ciudades lo que en los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado, pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien su inversa, un temor. Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de temores, aunque el hilo de su discurrir sea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas engañosas, y cada cosa esconda otra.
-No tengo ni deseos ni temores -declaró el Kan-, y mis sueños los compone o la mente o el azar.
-También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni una ni el otro bastan para mantener en pie sus muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya.
-O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas por boca de la esfinge."
Las ciudades invisibles
Italo Calvino
Ed. Siruela
Italo Calvino
Ed. Siruela
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