Me convierto en una incrédula.
Leo palabras esperanzadoras
que en mí se desbordan en mares.
No estoy para ensayos,
el blanco irrumpe demasiado deprisa
y aún me restisto a recubrirlo de juventud incierta.
Hoy las palabras vuelven a caer en picado
una
dos
y paro la cuenta antes de caer rendida.
Me pregunto qué paso con los deseos, los sueños, las esperanzas. Ah, sí... los di al mejor postor. "Más se perdió en... " Siempre el mar de por medio, engullendo todo lo que entra. Mis ojos aún se balancean entre dos mareas ya inexistentes.
Dejemos la valentía aparcada cuando no hay nada que hacer, por favor. Hay fuerzas más potentes dispuestas a neutralizar los buenos augurios. Y cuando las aniquilamos, "lo siento, fin de función". Cerramos a negro.
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