domingo, 4 de octubre de 2009

Punto II

9.30h. Domingo.
Borrachos en medio de la calle aguardando nada, un instante de semi lucidez, supongo.
Gente muy mayor con los pantalones por encima de la cintura cruzan las calles con la mirada al frente, pesada, cansada. Hace tiempo que dejaron de sorprenderse. Y siguen para no perder la monotonía del movimiento. "Te paras tú", pienso para mí.
Las calles casi desiertas (casi, esta ciudad no descansa ni en domingo). Y la bici tampoco se detiene en los semáforos. "Lo sé, le dije que siempre paraba, que yo era de las que respetaba los semáforos". Lo he hecho a propósito como excusa para llevarle un rato la contraria, para molestarlo un poco. Pienso de nuevo.
Partidos de domingo por la mañana y la gente que mira desde arriba. Una pareja, un perro y el periódico. "¿Se lo leerá de principio a fin?".
Latas de cerveza. Las huellas de la noche anterior. "Cómo se nota la zona de bares".
Señores de mediana edad limpiando su coche. "¿Qué proyectan?".

Antes, al girar la esquina, huelo a jazmín y me quedo ahí mientras la bici rueda avenida abajo. Quisiera permanecer ahí y recordarlo todo: ese vino blanco con el mismo nombre que trajiste un día a casa o que tomamos en aquel japonés la primera vez que salimos con Toni e Ichi. El jazmín que sentimos una tarde calurosa de verano mientras yo me columpiaba, recordando la sensación de vacío en el estómago al bajar. El que quería plantar y nunca hice.
Pero sobretodo el olor, el aroma, las notas. Del vino a mi vida y sigue despertándose. Qué gran regalo me hiciste. Punto dos.

Llego al estudio. Silencio seguido del cello de Jacqueline (sonatas para cello y piano de Brahms, E Minor, Op. 38). Y escribo.
Hacía mucho tiempo que todo esto no sucedía. Mi normalidad ha dado un vuelco e intento no perder pie. Todavía no me acostumbro a nada y menos a pensar que en varios días ya no estaré aquí. Nueva ciudad por tiempo limitado. Todo es muy raro y yo soporto poco los cambios.

Suspiro... "Ens veiem en un sospir". Bon dia.

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