Ayer tuvimos la enorme suerte de asistir al concierto que dio en Barcelona. Parecíamos un grupo de amigos alrededor de varias mesas, un petit comité selecto gozando de la intimidad de una de las voces más deliciosas que he escuchado últimamente.
Con una dulzura fuera de lo común, nos deleitó con tímidos agradecimientos a los que seguían algunas versiones de clásicos que no creo que pueda ya olvidar nunca. No sé si mejoró los originales pero de lo que no tengo ninguna duda es que esa sensibilidad femenina tocó como si de una barita mágica se tratara melodías que se transformaron en nuevas joyas.
Me pregunto porqué en los últimos tiempos, mis grandes descubrimientos han sido voces femeninas, delicadas y sutiles, capaces de sacudir mi garganta y llevarme lejos, muy lejos. Allí donde una imagen en forma de fotografía podría empezar a ser realidad. Algo nuevo estoy reconociendo en una manera muy especial de sentir. Algo muy femenino.
jueves, 19 de noviembre de 2009
Alondra Bentley
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