lunes, 19 de noviembre de 2007

un vals a media tarde


A veces pienso que miro demasiado hacia arriba. ¿Qué estaré buscando?

Allí recorrí cada trozo de cielo, buscando el rastro que dejó tras de sí la última vez que la ví. Aquella vez, sólo me susurró al oído, el tiempo suficiente de girarme y verla partir.

En otra ocasión, me rozó las pestañas y me hizo cosquillas. Hacía sol, y la luz era demasiado intensa para mantener los ojos abiertos. Me pilló de improviso, cuando levantaba la cabeza al notar el calor del sol sobre mi cara. Sabía quién había sido, y no moví más que la comisura de los labios. Era suficiente.

Las fachadas se interponen en mi horizonte, no dejándome ver más allá. Si las tirara, si las destrozara de un soplido, quizás las nubes me saludarían con una reverencia y un dulce vals de música semiolvidada. Y así, sabría que ella se mece al son de esa música que jamás pensó en escuchar.

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