sábado, 22 de marzo de 2008

Él

Sus ojos verdes los heredé durante varios días; luego se oscurecieron hasta un marrón avellana. Sin embargo, algo retuve: un iris más claro que el otro. Confieso que no había reparado en este detalle hasta ahora; este compartir ha pasado desapercibido durante mucho tiempo.

Los puntos en común se incrementan con los años. Cada vez me veo más en él, le veo más en mí. Nos hacemos mayores: él a paso lento y yo siguiéndole como puedo. Cuántas veces habré errado por sus silencios, sus miradas de soslayo, su sentir sin hacerlo evidente. Cuántas veces le reclamé algo sabiendo que no podría. Cuántas veces me dije que no cambiaría nada.

Pero erré, y esta vez lo hice sola. Hoy sus silencios me hablan con cariño, sus miradas se cruzan con las mías y esbozan sonrisas, y su sentir se confunde con los abrazos que, ahora que somos mayores, los dos reclamamos al encontrarnos.

A mi padre.

2 comentarios:

Alvaro de la Rica dijo...

Voliá…une très belle histoire d´amour!

C. dijo...

:)

me hiciste sonreir, por fin, después de ya demasiados días en la sombra.

más besos