viernes, 12 de septiembre de 2008
por una conversación ausente
No escuché tu llanto y también lloré.
Lloré sin saber el motivo concreto, guiada por un impulso estúpido de posesión.
No era rabia, era el sentir de la falta.
Y entonces te oí lejos, cabizbajo, desorientado, reclamando un sentido que
sabes no llegará jamás. Porque no te corresponde. No son tuyas las preguntas
que han sido lanzadas en algún momento de nuestra vida.
Los errores han de cometerse. Lo sabes, lo sé, las conclusiones
llegaron lentamente frente a una taza de café ya frio.
Y, sin embargo, sigues llorando sobre tu brazo izquierdo,
de espaldas y contra la pared, sin dejarme recorrer el camino de un consuelo
que yo sé te pertenece. Déjame que te lo recuerde.
Nuestra vida prestada ha de ser devuelta. Son las reglas del mercado.
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1 comentario:
me ha gustado mucho esta entrada; mucho…
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