s/t
2011
"-Sire, estabas distraído. Justamente, de esa ciudad te hablaba cuando me interrumpiste.
-¿La conoces? ¿Dónde está? ¿Cuál es su nombre?
-No tiene nombre ni lugar. Te repito la razón por la cual la describía: del número de ciudades imaginables hay que excluir aquellas en las cuales se suman elementos sin un hilo que los conecte, sin una norma interna, una perspectiva, una explicación. Ocurre con las ciudades lo que en los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado, pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien su inversa, un temor. Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de temores, aunque el hilo de su discurrir sea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas engañosas, y cada cosa esconda otra.
-No tengo ni deseos ni temores -declaró el Kan-, y mis sueños los compone o la mente o el azar.
-También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni una ni el otro bastan para mantener en pie sus muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya.
-O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas por boca de la esfinge."
-¿La conoces? ¿Dónde está? ¿Cuál es su nombre?
-No tiene nombre ni lugar. Te repito la razón por la cual la describía: del número de ciudades imaginables hay que excluir aquellas en las cuales se suman elementos sin un hilo que los conecte, sin una norma interna, una perspectiva, una explicación. Ocurre con las ciudades lo que en los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado, pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien su inversa, un temor. Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de temores, aunque el hilo de su discurrir sea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas engañosas, y cada cosa esconda otra.
-No tengo ni deseos ni temores -declaró el Kan-, y mis sueños los compone o la mente o el azar.
-También las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni una ni el otro bastan para mantener en pie sus muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya.
-O la pregunta que te hace obligándote a responder, como Tebas por boca de la esfinge."
Las ciudades invisibles
Italo Calvino
Ed. Siruela
Italo Calvino
Ed. Siruela
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