viernes, 7 de diciembre de 2007
Mi madre
¿Qué edad tenía? Le supongo veintitrés o veinticuatro, no estoy muy segura. Dios, qué joven era... qué joven fue siempre. Supongo que eso lo he heredado de ella: ese aspecto casi infantil, eterno, fuera del tiempo. En gran medida, era fruto de un pequeño secreto que guardó siempre consigo y que jamás rebeló abiertamente. Sólo en ocasiones, cuando estando en casa y sentada con la vista atenta en otra tarea, hablábamos durante horas y me enseñaba lo que era para ella la vida, la gente, las relaciones, el dolor, la pena, la alegría.
Ella me enseñó eso y mucho más. Mucho más que no pude, no supe... no llegué a agradecerle. Me mostró la humildad que trasluce en una mirada, la alegría matizada en mil sonrisas, la ternura que no pide nada a cambio y te lo ofrece todo. Nunca llegó a saber cuánto enseñó a los que tenía a su lado, cuánto demostró con la sencillez de quién sólo espera ser feliz en la vida. Las lecciones de vida suelen darse en silencio, y ella lo hizo con una sonrisa.
Pero si algo guardo de ella, más allá de los momentos particulares o de las palabras concretas, son sus ganas de vivir. Ese deseo furioso de querer seguir adelante se lo debo a ella. Ella fue la que me mostró que hay motivos para continuar; tal vez no sea capaz de verlos o no quiera, pero sé que existen, que siguen ahí. Y por ella, en honor a ella y gracias a ella sigo.
Gràcies mare.
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2 comentarios:
un placer conocerla un poquito.
ahora entiendo muchas cosas... ya sé a quien se parece mi tía Anna.
un abrazo,
C.
carinyete, no puc dir res, amb només unes línies has sapigut expresar amb molta claredat el que era i serà per sempre més la mama per a tots nosaltres: optimisme, un somriure a la cara i una força que ni un milió de soldats podria superar. Era i serà per sempre la millor.
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