domingo, 2 de marzo de 2008

domingo

Cuando éramos pequeñas, mi madre nos cosía una diminuta marca de color en cada uno de nuestros calcetines para diferenciarlos. Así, en la montaña de ropa recién lavada que se acumulaba en la habitación de coser (la llamábamos así por la máquina, los hilos, telas y demás enseres de coser de mi madre, además de la plancha y los mil trastos que de hecho formaban parte de aquel habitáculo mezcla de sala de juegos y almacén para todo), revolver en busca de un par de calcetines limpios resultaba mucho más sencillo.

El mío era el rojo, mi color distintivo me refiero y mi favorito (curioso cómo cuando somos pequeños debemos decidir un favorito para todo, manera esta de clasificarnos a nosotros mismos y definirnos frente al resto). Creo recordar que Irina tenía el amarillo y Clara el verde, pero de esto último no estoy segura. ¿Por qué recuerdo esto? La verdad, no lo sé. Quizás porque últimamente me vienen a la cabeza imágenes, olores y gustos que pensaba que había olvidado.

Por ejemplo, el otro día recordé el olor de los bocadillos de tortilla que nos preparaba mi madre los días que salíamos de excursión con el colegio. Tengo la imagen del mármol de la cocina, nada más entrar a la izquierda, donde me esperaba un brick pequeño de zumo de piña, alguna que otra galleta y la cantimplora azul llena de agua. Al otro lado de los fogones, mi madre batía los huevos mientras en la sartén ya se calentaba el aceite. Siempre la hacía de un sólo huevo y me ponía perejil picado y recién cortado, porque decía que le daba mejor sabor; en el mármol, el pan con tomate ya estaba abierto por la mitad y preparado. Era el ritual propio de esas mañanas atípicas y por eso excitantes en las que la rutina diaria del cole se transformaba por unas horas. Y todo empezaba en la cocina de mi casa.

Hoy, mientras esperaba sentada a que llegara la luz justa para una foto, me he dado cuenta de que el gesto que tenía era propio de mi madre; y no he sabido como reaccionar ante tanto recuerdo.

2 comentarios:

C. dijo...

sonríe, ante esos recuerdos creo que debes sonreir.

¿mañana un café y muchos abrazos?

Toni dijo...

Molt txulo...