lunes, 28 de enero de 2008
lo confieso, espero a alguien
Me van a disculpar, pero desde hace un mes sólo tengo a un individuo de género masculino en mi mente. Él todavía no lo sabe y es normal. Vive tranquilo a kilómetros de distancia de mí, sin intuir que existo. O tal vez sí, por alguna que otra voz que ya empieza a serle familiar y que le cuenta bajito de mí. Pero entiendo que no le dé mayor importancia al tema, más de lo que le da al resto de cosas que tiene a su alrededor.
Yo, sin embargo, no dejo de pensar en él: su figura, su buen estar, su discreción y sobre todo, lo que en un futuro puede llegar a ser en mi vida. Creo, aunque me perdonarán si aventuro demasiado, que nos vamos a llevar bien. Instinto, será lo que siento, pero alguien tan esperado como él no puede dejar de ser menos relevante. Además, con él he vuelto a reir y también a llorar de la más pura emoción incontenida. Para estas cosas, me excedo en sensiblerías.
Sea como sea, me veo en la obligación de esperar. Todavía no ha llegado el momento de encontrarnos, pero cada día le pregunto al tiempo cuánto queda hasta entonces (ahora la contabilidad va por semanas... cómo han cambiado las cosas...). Y me permitirán que me retire; debo empezar a aclararme la voz porque los cuentos nocturnos para mi sobrino merecen ser ensayados desde ahora.
sábado, 26 de enero de 2008
origen: m. Principio, nacimiento, manantial, raíz y causa de algo
inconsolable.
1. adj. Que no puede ser consolado.
En el Diccionario de la lengua española de la Real Academia. Pero ya había topado con ella antes: segundo, al leer un artículo en la prensa de hoy (sección Cultura, crítica de teatro, M.O., 26 de enero de 2008; queda registrado) que ha punzado mi costado izquierdo y, primero, con la embestida de los acontecimientos pasados. Todos y cada uno de ellos, que van cayendo delante mío con lentitud, con aplomo, pesadez rígida.
Si los veo es porque nada está resuelto, porque todo se ha revuelto (y los demás cediendo a los excesos). No contra mí que no quiero darme tanto protagonismo, al contrario. Lo ha hecho de espaldas a mí, cuando buscaba piedras en el mar para decorar con ellas el alféizar de la ventana.
[2. adj. Que no quiere ser consolado]
En mi cabeza. En mis entrañas.
Ahora sí quiero el papel protagonista: la película será muda, en color, sin música de fondo. Y me dedicaré a mirar hacia fuera las voces de los demás; ahí empezaré a reir.
miércoles, 23 de enero de 2008
en sustitución de lo propio
Mientras la busco, la tomaré prestada con cierto descaro por el hecho de sustituir a quien ya habló, pero resguardándome en la permisividad de los amigos.
I
Diem el silenci i és només
una il·lusió de plenitud,
una veu ignorada,
una mancança.
No hi ha ningú més que tu
a la casa i el soroll irromp
com un desconegut que pregunta
per llocs que han canviat d'amo
o que han tancat i que mai
no vares conèixer.
Fes-lo callar, que se'n torni
allà d'on ha vingut amb les respostes
que t'ha portat la seva arribada,
i que tu no volies.
Ciutats sense memòria
Antoni Ribas Tur
martes, 22 de enero de 2008
anteayer, en la semana posterior a la última
En el interior del vagón, una lágrima negra se muestra bajo los ojos cerrados; todavía es demasiado pronto para dejarlos salir. Y en ella me quedo dando vueltas, sea por el vaivén del vehículo, sea porque jamás había visto una tan cerca. Parezco una niña pequeña atrapada en la curiosidad del mundo mayor. Sólo que ahora debo hablar en términos de decoro y disimulo para no navegar en la desvergüenza de una mirada limpia. Ojalá no me hiciera mayor.
Fin de trayecto, salida al aire frio de la calle. Subir la cremallera de la chaqueta, arreglarse el pelo en el reflejo rápido del ascensor y pensar qué no voy a pensar hoy. A decir verdad, no recuerdo que soñé esta mañana, lo que significa que deshice todo lo dicho. (...) Sabría de antemano mis predisposiciones (...).
miércoles, 9 de enero de 2008
esperaba otro momento
domingo, 6 de enero de 2008
hablando sola
no sentir
no querer
no seguir
no mirar
no ver
no sonreir
no sufrir
no tocar
no mostrar
No.
¿Hay alguien que sueñe con lo contrario?
¿Hay alguien que diga que quiere lo contrario?
¿Hay alguien que diga, simplemente que diga lo contrario?
Ojalá el mutismo ajeno no significara siempre la constatación de lo obvio.
Y el enfado no siguiera a un exceso de falta.
¿Falta de qué? A eso, queridos, no debo responder.
Sería dar demasiado. Y, a mí, sin quererlo, se me agotan las existencias.